martes, 16 de junio de 2009

Sueño

Caminaba por un extraño lugar. Oscuro, frío y solitario. Al parecer era un túnel, pero no se veía el final. Necesitaba salir de ahí, sabía que había una salida, lo sentía, tenía muy claro de que cuando lograra escapar iba a estar mejor. Intentó apurarse, pero siempre era lo mismo... Negro. Comenzó a sentir miedo, mucho miedo, y a medida que pasaba el tiempo, desesperación. Luego de un tiempo interminable para ella, que podría haber sido horas, o tal vez, algunos minutos, se dio por vencida. Comenzó a llorar, dejando que todo el miedo se apoderara de su cuerpo, no había escapatoria, no la iba a encontrar. Arrodillada en el piso, se lamentaba, preguntándose como era que había llegado allí. Al pasar unos momentos, en los que no obtuvo ninguna respuesta, sino más angustia, sintió una leve luz que venía de delante suyo. Alza la cabeza rápidamente, y así era, no se veía con claridad, pero una luz blanca aparecía a lo lejos, en el fondo de la negrura. De pronto, siente una presencia cerca suyo. Miró hacia todas partes, pero aunque hubiera habido alguien no podría haberlo visto, estaba demasiado oscuro. Eso la atemorizó, pero aún así se paró y volvió a caminar hacia la inalcanzable luz. Después de hacer unos pocos metros, siente como una mano cálida toma la suya. Pero no se asustó para nada.
–¿Quién eres? –preguntó ella, tranquila.
–Eso no importa, por ahora seré tu ángel. Tú sigue tu camino, yo estoy aquí para darte las fuerzas. –habló una hermosa voz, suave y profunda a la vez.
Ella se quedó encandilada con quien fuera que estaba a su lado. Escucharlo era hipnotizante, pero prefirió no hacerle más preguntas, al menos hasta que salieran de allí. La esperanza renació de golpe en su cuerpo desde el momento en que lo rozó, y ahora sabía que estaba a salvo. A su lado, se sentía protegida. En ningún momento soltaron sus manos, pero ella intentó concentrarse en el final del recorrido. Cada vez estaban más cerca, y eso que le parecía tan lejano e imposible ya estaba a pocos metros suyos...
Al llegar al límite entre la oscuridad y su refugio, sitió como la luz blanca penetraba en sus ojos, tanto que no la dejaba ver. Igualmente, muy decidida siguió caminando hasta ya traspasar las tinieblas y llegar a un lugar que nunca podría haber imaginado. Se sentía muy bien, la paz que transmitía ese sitio era imposible. Estaba muy feliz, era increíble la diferencia que existía entre aquellos dos lugares en los que estuvo, pero de algo estaba segura... No pensaba en irse de allí jamás. Inundada en devoción, ya acostumbrada a la luz, miró a su costado para poder apreciar el rostro de su ángel. Y se dio cuenta de que si hasta entonces había estado feliz, pues ahora no se podría explicar con palabras la manera en que se sentía. Eso era imposible.
–¿Eras tú? ¿Cómo? ¿Qué haces aquí? –preguntó conmocionada.
–Sabías que nunca te dejaría sola. –respondió, acariciándole suavemente la cara.
–Creí que nunca te vería.
Respóndeme una cosa... ¿En verdad creíste que nunca me verías?
–No. –respondió sonriendo. Era cierto, aunque para ella era algo imposible, siempre lo había sabido en el fondo de su alma.
Porque desde el momento que lo vio, todo para ella había cambiado. Aunque siempre habían estado separados por mil océanos, él se había convertido en su centro magnético. Ella seguía viva solo por él. Era su vida entera, sin él, ya no podía existir, sin él, ya nada la atraía a ese mundo.
Pero justo cuando ella perdió todos sus sueños y esperanzas, apareció él, haciéndola revivir y salir de esa pesadilla. Era en verdad su ángel propio.
En ese momento, él la mira, aún sonriendo.
–Lo lamento, tengo que marcharme. –le dijo, aunque un poco apenado.
–¿¡Qué!? No, quédate, por favor. –le rogaba.
–Te prometo que nos volveremos a ver, nunca lo dudes. –le rozó una vez más la cara con sus manos, y luego se fue alejando.
Ella se quedó allí parada sin saber qué hacer, viendo como su vida se iba, hasta no poder vislumbrar más que la blancura. Y ella se quedaba sin nada, más que con la promesa que le había hecho su ángel. Estaba segura que se volverían a encontrar.
En ese momento, despertó.

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